El Regalo

Para Sulki.


Érase una vez, en un pueblo, ubicado en medio de la nada, conocido como La Cruxcifixión, el cumpleaños número ocho de la única hija de Don Ernesto, la pequeña Elena Guadalupe Rodríguez Rodríguez. Si, Don Ernesto y Doña Guadalupe tenían el mismo apellido, aclaro que no eran familiares, solo una simple coincidencia, aunque si todos descendemos de Adán y Eva, pues resulta que todos somos familiares y no debería haberme molestado en aclararlo. Como es de imaginarlo, en La Crucifixión, los hombres trabajaban largas jornadas en el campo y las mujeres se dedicaban al hogar. Criaban a sus propios animales y cosechaban sus propios vegetales. Cuando era necesario recurrían al trueque, el cual se hacia entre amigos. Como el día de hoy, que Doña Guadalupe intercambio doce mazorcas por doce huevos con su vecina la Sra. Avelar, para poder hacer el pastel de cumpleaños de la pequeña Elena. Claro que había una tiendita, la famosa tiendita de la esquina, donde se podían conseguir productos de lujo, como harina, azúcar y cola-cola. Pero enfoquémonos en el cumpleaños y no en como la celebración se hizo posible. El día de hoy, 21 de Mayo, inició con Don Ernesto y Doña Guadalupe cantado las mañanitas a Elena a las 4: 45 de la mañana, lo cual es exageradamente muy temprano y a mi me hubiera puesto de mal humor, que forma tan salvaje de empezar mi día, pero bueno, yo solo soy el narrador, la pequeña Elena lo disfrutó. Después de los abrazos, Don Ernesto salió a cumplir con su jornada laboral y Elena se levantó a ayudar a su mama con los preparativos de la fiesta donde asistirían los cuatro hijos de los vecinos y sus seis primos, también sus padrinos de bautizo y uno que otro tío gorrón que al dejar a sus hijos se bajaría a saludar y ya no lo sacarían de la casa. Durante la fiesta se jugaban juegos como ponerle la cola al burro o la lotería. Se partía el pastel, y obviamente se cantaban las mañanitas (ven por que cantárselas a las 4:45 de la mañana es innecesario, en fin, tradiciones familiares) y también se cantaba o mas bien gritaba mordida, mordida, y como era de esperarse, la pequeña Elena le daba una mordida al pastel y los primos y vecinos la sumergían en el, arruinando aproximadamente un 80% del pastel, en ese tiempo Covid-19 no existía, y a nadie le importaba comer pastel mordido. A mi me llegaron a sumergir en el pastel, una experiencia traumática, el pastel se te mete a la boca, a la nariz y a los ojos, no puedes respirar, el empujón duele, es horrible, y cada año lo repetimos, y cada año el festejado llora. Excepto la pequeña Elena, ahora que lo pienso, ella usó sus antebrazos para controlar la fuerza con la que fue empujada, mira que lista, a mi nunca se me ocurrió. Una vez que la pequeña Elena se limpió la cara, se abrieron los regalos. Su madrina le tejió un suéter, sus primos le regalaron una caja de chocolates Carlos V, unos mazapanes y una bolsa de pelón pelo rico y los vecinos, que eran los mas ricos del pueblo, llegaron con las manos vacías. Digamos que el tiempo de abrir los regalos fue muy corto pero venia con una sorpresa. Don Ernesto traía algo en sus manos, algo que emitía un sonido, lo puso sobre la mesa y a la pequeña Elena le brillaron sus hermosos ojos negros… era un patito, amarillo, lindo, asustado. Elena lo recogió entre sus brazos y lo llamo Lucas. La pequeña Elena lo cuidaba, lo alimentaba y lo protegía del resto de los animales, 'que bonito regalo', pensaba todo el tiempo. En su cumpleaños numero nueve, Elena recibió unos zapatos nuevos, los cuales ya le hacían falta porque los que tenia actualmente se les despegaba la suela. A mi no me gusta cuando me regalan de cumpleaños cosas que necesito, perdón, se me olvida que yo soy solo el narrador. En su cumpleaños número diez su padre le regaló los libros de texto que necesitaría para el siguiente ciclo escolar. Qué clase de regalo es ese? En fin, ahora hablemos de su cumpleaños número once, el cual me traumaría por siempre, no se preocupen, a Elena no la traumó, sólo a mi. Ese 21 de Mayo inició como cualquier otro, con las mañanitas a las 4:45 de la mañana, no recuerdo si les aclaré que Elena se levantaba normalmente a las seis de la mañana para atender clases a las ocho de la mañana, que infamia que te levanten una hora con quince minutos más temprano de lo normal, yo ya les hubiera dicho a mis padres que me cantaran las dichosas mañanitas solamente a la hora del pastel, en fin, creo que Elena lo disfrutaba, o mínimo lo disimulaba muy bien. Esta vez la fiesta fue pequeña, su mamá le permitió invitar a sus tres mejores amigas del catecismo a cenar y a partir un pequeño pastel. La situación financiera no era muy buena, no solo para los Rodríguez, sino para todo el pueblo debido a la sequía. La Crucifixión no tenia escuela, pero sí tenia una capilla, de que otro modo se podría aceptar tal desgracia. Elena y sus tres amigas se sentaron en la mesa, 'la cena esta muy rica' comentó Silvia quien disfrutaba su segundo plato. Don Ernesto se dirigió a Elena y le preguntó: sabes que estamos cenando? Esa pregunta se sintió como un balde de agua helada, Elena no había visto a Lucas en todo el día… lagrimas brotaban de sus ojos, ella estaba también de acuerdo en que la cena estaba muy rica, demasiado rica, tal vez la cena mas rica que en su corta vida había tenido. 

La pequeña Elena, creció y se convirtió veterinaria y no le guarda rencor a su padre, de hecho en su casa era normal criar animales y comérselos, me dijo. Yo, al contrario, no he podido superarlo, que crueldad fue esa, que clase de padre le da un regalo de cumpleaños a su hija y tres años después se lo quita? Deja de eso, qué clase de padre se come el regalo de cumpleaños de su hija? Definitivamente voy a necesitar terapia para superar un hecho que ni siquiera me sucedió a mi, mientras de que Elena hasta dinero le manda a su padre mensualmente. Elena vive en la ciudad, así es como la conocí, cuando con todo el dolor de mi corazón tuve que poner a dormir a mi querido conejo Coby. Ese día nos hicimos amigas, hasta me invito a cenar a su casa para levantarme el ánimo y ahora que lo recuerdo fue la cena mas rica que he tenido en mi vida.

Pastel de cumpleaños que Sulki me regaló.

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